La Motricidad
La Motricidad en los primeros años de vida
El movimiento pone en contacto a su hijo con el mundo que le rodea, probando la exploración de todo lo que está a su alrededor. Tocando y sintiendo es la base para fortalecer sus conexiones neuronales, sin olvidar que el movimiento es vital para el desarrollo de la inteligencia.
Llegado el momento, el niño debe perfeccionar su marcha caminando su “primer paso”; es el momento esperado, apareciendo así el hombre activo y dejando al hombre inerte (M Montessori, 1982).
Adaptar un entorno a las necesidades de un niño pequeño es vital, ya que aquellos elementos con los que entra en contacto y sobretodo en los primeros tres años de vida juegan un papel primordial tomando en cuenta la característica de la mente absorbente.

Se deben tomar en cuenta dos aspectos importantes:
- Brindar espacios de independencia sin que por ello se ponga en riesgo la integridad física;
- Planificar un espacio que de seguridad debe ser la máxima prioridad.
Es cierto que algunos papás se ven muy preocupados por este aspecto y mantienen a los bebés atados a sillas, dentro de corrales, etc…
Esto puede significar tiempo perdido para consolidar la coordinación y fuerza muscular al tiempo de la estimulación sensorial que implica aprender de primera mano.
Al nacer el bebé se muestra aletargado, conforme avanza de edad hay que motivarlo que se mueva, los móviles en las camas son un buen incentivo, cambiarlo de posición también ayudará.
La educación no puede convertirse en entorpecedora del movimiento, sino en potencializadora de las energías que buscan desarrollarse libremente.
El niño pequeño tiene ciclos de actividad para perfeccionar sus movimientos. Desarrolla también su personalidad la paciencia, la constancia, etc … Le interesa acabar una tarea con exactitud, así debemos interpretar las acciones de un niño.